Está claro que cada uno en su casa puede hacer lo que le plazca, pero quien más quien menos tiene en la cabeza metidos esos estereotipos decorativos que no ayudan en nada. Hagamos un exorcismo para quitarnos esas manías a desterrar que tan pocos favores nos hacen, a nosotros y a nuestros hogares.
Pensar en el blanco como solución para todo. ¿Que no sabemos de qué color queremos la pared? Pues blanca, que total vamos a llenar de cosas la estancia y así nos hace de lienzo. ¿Que la cocina es pequeña y con poca luz? Pues blanca y ganamos amplitud visual. ¡Mal! No se trata de convertir nuestra casa en un tablero de parchís, ¡o sí! Solo intentemos mirar más allá, que nuestro horizonte no sea solo una línea blanca.
Creer que un color oscuro en la pared va a reducir el espacio. Un color oscuro bien aplicado y con una iluminación correcta, pueden obrar maravillas en cualquier tipo de ambientes, sean grandes o pequeños.
Hacer de la habitación extra un cuarto de invitados. Tener espacio en una casa es un privilegio, y hay que sacarle partido y no convertirlo en el clásico “dormitorio de cortesía”. Una sala de lectura, un espacio para hacer deporte, un huerto casero, un invernadero, un taller de pintura…´
Los libros en el salón. Y a ser posible en una librería. ¡Error! Los libros son un regalo de la vida que hay que tener en todas partes. Una estantería en el baño, al dormitorio, o incluso en la cocina, hacer una selección de libros de recetas, viajes o decoración, que no requieren una sesudez extrema y pasar hojas es una forma maravillosa de esperar a que pite la olla.
Alicatar hasta el techo y todas las paredes. Hay que quitarse de la cabeza eso de pues voy a reformar la cocina y tengo que alicatarla. ¿Hasta la pared donde no hay absolutamente nada salvo la mesa de comer? ¿Por qué? No dejes que las viejas costumbres te posean, el azulejo por decreto está obsoleto, y los papeles o una pared lisa, son igual de bonitos y fáciles de limpiar y cambiar si te aburres.
Las alfombras son para el invierno. Atrás han quedado esos tiempos en los que nuestras madres se llevaban la enorme alfombra del salón a la tintorería toda la época estival para no volver a ponerla hasta que llegaban los primeros fríos, no nos fuéramos a constipar en casa. A ver, las alfombras no tienen poderes sanadores, son preciosos complementos decorativos que incluso definen espacios con colores y texturas.
Separar con tabiques. Y qué tal con estanterías, o una alfombra como acabamos de ver, o con biombos, una cortina, un piano o una hilera de frondosos y enormes ficus.
Las lámparas en el techo. O no. Los apliques hace mucho que llegaron a nuestras vidas, igual que las tiras led o las bombillas de ambiente. Tienes un montón de paredes, suelo y esquinas, aprovecha todos.